jueves, 12 de abril de 2012

Para Qué sirve un Monitor de Ritmo Cardíaco?

He estado adaptándome a una nueva rutina de ejercicio que incluye entrenamiento de resistencia y mi desempeño corriendo ha disminuido dramáticamente estas últimas tres semanas (aparte de los días de fiesta y las tormentas constantes). Aunque estoy progresando bastante en el gimnasio, correr siempre ha sido mi favorito y eso me ha desanimado un poco. Ayer, que tampoco pude correr nada, se me ocurrió a mi cuenta de Endomondo a ver cuánto he mejorado en un año y encontré dos sesiones considerablemente parecidas:

workouts

Ambas fueron en el mismo lugar y en días frescos (una en invierno luego del atardecer y la otra en un día lluvioso). Aunque mi corrida reciente califica como un easy run en este punto, me impactó mucho la diferencia del ritmo cardíaco (RC) entre ambas. En un año, aun corriendo 21 segundos por kilómetro más rápido, mi corazón va 13 latidos por minuto más lento. Pude apreciar mejor mi progreso con ese simple número y me sentí mejor.

La razón por la que el RC es inferior ahora es que al ejercitar el corazón tantas veces este se hace más fuerte y consecuentemente capaz de suplir el cuerpo de sangre con menor esfuerzo.

Ahora, cómo puedo saber mi RC si voy corriendo y obviamente no llevo mi pulso manualmente? Con un monitor. Un monitor de ritmo cardíaco (MRC) es un dispositivo te permite saber la cantidad de latidos que genera tu corazón para mantenerte funcionando. Hay diversos tipos de monitores, desde los que miden el pulso en las yemas de tus dedos al toque hasta los que utilizan la cámara de tu celular. La implementación más común, práctica y confiable para entrenamiento es utilizar un strap que colocas en el pecho y que transmite la información inalámbricamente a un receptor (por lo general un reloj). Este último método es el que uso. Saber el RC puede ayudar de varias maneras, como:

  • Determinar con precisión la intensidad del entrenamiento: No todos los kilómetros son iguales. Tu desempeño puede verse afectado por una gran cantidad de factores aparte de la distancia, como inclinación, composición de la superficie, temperatura, humedad y clima; aparte de tus niveles de alimentación, hidratación y descanso. Todos estos factores afectan tu desempeño, pero es muy difícil llevar control de todos. El RC te permite saber el nivel de esfuerzo directamente. Si esas dos sesiones fueran con días de diferencia podrían estar seguros que factores externos incidieron en el resultado.
  • Entrenar en zonas cardíacas particulares: Existen distintas zonas cardíacas y los tipos de ejercicios de los que he hablado anteriormente atacan zonas distintas. Sabiendo en qué zona están les ayudará a entrenar de una manera enfocada, haciendo ajustes de acuerdo a los resultados. De hecho, varios programas funcionan utilizando estas zonas en vez de velocidades fijas, ya que se adaptan mucho mejor al nivel de cada persona.
  • Detectar anomalías con tiempo: En algunas ocasiones, especialmente en verano me he sentido algo mareado o extremadamente fatigado aún sin salirme de la rutina. Cuando veo mi Garmin mi corazón está hasta un ~20% por encima de lo que esperaría para el nivel de esfuerzo. Inmediatamente reduzco la velocidad y usualmente lo dejo ahí por el día. Es muy importante empujar, esforzarse, pero hacerlo de la manera más inteligente que sea posible.

Esto lo pueden hacer hasta con un MRC de menos de US$50 y llevar anotaciones, al menos como una variable a considerar para planificar entrenamientos futuros. Recomiendo el Garmin, pero hay alternativas decentes por ahí. Si han probado algún otro compartan sus impresiones!

domingo, 8 de abril de 2012

Ocho Meses (O Por Qué las Discotecas Siempre Están Llenas)

Hoy cumplimos ocho meses. No es mucho en el gran esquema de las cosas, pero por mi naturaleza esta fecha arbitraria fácilmente me ha invitado a la contemplación del tiempo que contiene. En mi análisis no he podido evitar notar que el número de peleas serias que hemos tenido es cero. El número de desacuerdos que han tardado más de una hora en resolverse es cero. El número de veces que hemos conscientemente dañado al otro es cero.


Esto no es tan asombroso de por sí, con apatía controlada y un toque de actuación se alcanzaría el mismo resultado, pero en todo este tiempo hemos sido nosotros mismos. Yo, con toda mi humanidad a rastras y ella queriéndome así. Ambos entendemos que nuestras imperfecciones matizan el todo que nos enamoró y lo elevan hasta lo sublime; nos convierten en una artesanía resultado de veintitantos años en el horno de la existencia, completos pero listos para ser más.


Quizás lo más difícil de entender es que todas esas cosas que me han aislado toda mi vida, que han convertido cada relación anterior en un armisticio (Yo hago algo que odio si tú haces algo que odias) son precisamente las cosas que ella más quiere en mí. Me he dado cuenta que la mayoría de nosotros estamos convencidos de que nadie que esté bien de la cabeza nos va a querer exactamente como somos. Por eso hay que pretender, "perdonar" y comprometer lo que somos... Todo sea por sentir en las papilas el dulce del contacto físico y llamarle "amor". Lo que sea por retrasar la inevitable soledad.


De esta manera se ha propagado una de las más soberanas estupideces: "polos opuestos se atraen". Si estás con alguien que es totalmente ajeno a tus intereses, a tus deseos, a lo que esperas de la vida, en realidad te sorprende que peleen por cada tontería? Propongo que se cambie la frase a "polos opuestos se soportan mientras el interés sexual o las ventajas sociales persistan para ambos", pero dudo que sea igual de pegajosa. El amor se ha vuelto una carrera de fondo, un juego de charadas en el que las parejas compiten a ver quién parece más feliz en Twitter y Facebook.


Y me parece a mí que es por esto que las parejas abarrotan las discotecas. Un lugar oscuro y con mucho ruido, donde se puede pretender convivir sin tener que hablarse. Sin tener que soportarse. Un lugar donde pueden ocultar con alcohol y escotes la debilidad del nexo que los une. Luego van al motel, tienen sexo y se despiden, convencidos de que pasaron una noche completa compartiendo juntos. En más de una ocasión me he sentado con mi novia a ver televisión, empezamos a hablar y un par de horas más tarde nos damos cuenta que ni siquiera la hemos encendido. Y sonreímos.