domingo, 27 de diciembre de 2009

Pa'

Acabo de almorzar con mi familia. Ma' preparó algo rápido y Pa' compró un pollo horneado. Empezamos a hablar de la fiesta de navidad y de un incidente que hubo con unos regalitos monetarios que pa' hizo y que acabaron ofendiendo a alguien que no estaba en la lista por razones lógicas.

Pa' viene de una familia muy pobre y ha tenido que luchar por todo lo que tiene. Desde los trece años cuando mi abuelo murió ha tenido que trabajar junto a su hermano mayor para proveer a mi abuela y tres hermanas, aún siendo el más chico de la familia. Mi padre se esforzó mucho para tener lo que tiene hoy: días sin comer, viajando a la universidad "pidiendo bola" (aventón) y haciendo magia para comprar los libros y al final graduarse. Pa' veía a los demás niños del vencindario en sus bicicletas y no podía hacer nada más que soñar. Se me quiebra el alma cuando me cuenta la vez que a un vecinito su madre lo llamaba "Ven, que te hice un pollito a la barbeqeue!" y él babeando, tratando de imaginarse qué sería un pollito a la barbeqeue, comiéndose un huevo o medio, según la situación lo permitiera. Siempre pensé que no había más detrás que (admirable) motivación, pero hoy me dijo en qué momento su vida giró para hacer eso posible. Me había dicho que todo lo que tenía se lo debía a una de mis tías, pero no había entendido hasta hoy.

Con el tiempo, cuando Pa' todavía era un muchacho, una de mis tías se casó con un señor de buena posición y tenían una casa decentemente grande. Un día el señor le dijo a Pa' que fuera a arreglar unas llaves de agua que estaban goteando en la casa y como trabajaba aprovechó a las 12 (hora de almuerzo aquí) para ir, y bueno, aprovechar y comer allá también. Cuando llegó con sus herramientas en mano, Pa' vio cómo gloriosamente mi tía sacaba del horno un pyrex con papas en salsa blanca (que, curiosamente, también hizo para la comida de Navidad). Cuando ella reparó en Pa' lo único que dijo: "ahí viene este a lamber!".

Pa' sólo se retiró y se puso a llorar a escondidas. No aguantó y salió corriendo y no hizo el trabajo... Y se escondió en un conuco, a llorar y llorar. En ese momento se arrodilló y dijo: "Dios, ayúdame a ser alguien".

Y de ahí, poco a poco y con sacrificios, riesgos, esfuerzo y sobre todo honestidad fue viendo a todos sus amiguitos que no le prestaban sus revólveres o le regalaban el fondito del refresco cuando ya no podían tomar más, quedándose atrás, teniendo que ayudar a muchos y haciéndolo. Ayudando a su familia y formando la suya propia.

Así que mi Pa' es mi héroe. Son grandes los zapatos que tengo que llenar.