lunes, 26 de noviembre de 2007

The Baby

Éste es un cuentito corto que escribí hace un tiempo. Para los angloparlantes, enjoy!

In a quiet afternoon, there was a baby that could not get what she wanted. Mommy said she would have to be a good girl and wait 'till dinner was done. The baby could not possibly wait so much, why would she have to wait? She had wanted that doll at the convenience store and by tears and tantrums she had gotten it. She had wanted the biggest, newest, most expensive dollhouse and Daddy said she could not get that because Santa could not make that one this year, but she had been a good girl! She didn't eat her vegetables and went to bed when she pleased, but that didn't count, did it? The Baby wanted the dollhouse, and The Baby would hate Daddy so very much if she didn't... And so she did.

The Baby had everything she could possibly want, Mommy would buy her all the pretty dresses, Daddy would indulge her on every single whim...But they were never there, not at all. They were too busy working, making money to give their Baby all she needed, all she wanted. But having all she wanted made her feel lonely in her graveyard of torn Barbies and dismembered Kens, and her closet full of princess dresses and pretty shoes. And she was so very boo boo all the time...But all she wanted right then was a slice of that cake, and it would all be just great when she did.

The cake had just been dressed into an exquisite coat of icing. Mommy wasn't around the kitchen much, but it was Sunday, and she knew The Baby would just love the cake. "everything for my Baby, all my Baby wants...But you'll have to wait after daddy's home and we have dinner, Princess!" So she kissed her in her forehead and then The Baby started throwing one of her fits...This would surely do it! But the phone was ringing and mommy was heading towards it.
The baby then dropped on the floor and cried even louder "I want cake, I want my cake mommy!!!" but it was a business call, and mommy had to get as much business as she could if The Baby was to have her pony when she turned 10 and go to that Ivy Leage college at seventeen. So there went Mommy, apologizing and moving briskly and her flower skirt waving along as she went up the stairs into her room, seeking refuge from The Baby's acoustic attack.

The Baby could barely believe it! How could mommy leave the princess of the house unaided and lying on the floor, in such extreme suffering? Of course the fit stopped at the same time Mommy stepped on the second floor, and The Baby wiped her tears and the thin snot with her forearm.

She wanted the cake, she would have the cake; and why wouldn't she? She was always given what she wanted and Mommy and Daddy bent like Gumby on those funny old cartoons, to please her every want. And there the cake was, it loomed over an edge of the table; so big, so yummy. The Baby walked towards the kitchen and of course, her chubby little fingers couldn't reach the desired prize, so she did the only thing she could, besides being a good girl and waiting for dinner: She pulled the tablecloth.

There it came, there it came! The cake wasn't huge, but she had to put some effort to get what was rightly hers. And there you have it that the cake's center of balance went past the tables edge and there you have it that The Baby's triumphant smile slowly transmuted into a squeal, and there you have the cake, as it fell face down, ruined.

But baby didn't cry. Sure, the cake was spoiled, but she was The Princess of the house, Mommy would surely just make another one for her.

Qué Hora Es?

Creo que no soy el único al que lo mata saber lo que trae mañana algunas veces. En más de una ocasión me comen las plantas de los pies de ansiedad de correr hacia la próxima hora, hacia el próximo día, pero también hay veces en las que no te importa si el tiempo pasa despacio o rápido, porque sencillamente te sientes tan bien que el tiempo pierde relevancia y es tan sólo una forma de organizar el tiempo que malgastas ganando para comer y comprar mil banalidades y el tiempo que pasas haciendo las cosas que realmente te hacen sentir que estás vivo.
Pero he podido observar una ley que quizá se asemeje a la de Einstein, pero no creo que la él sea tan simple y lerdamente concebida:

La percepción del pasar de tiempo es inversamente proporcional a la velocidad con que quieres que pase.

Talvez eso no sea la gran cosa, y un trillón de gente lo ha dicho antes que yo, pero no por eso es menos tedioso o menos cierto, y en verdad es algo que hace mi sangre acercarse más a su punto de ebullición y a mis dientes perder un poco de esmalte en los bordes; aunque estoy lejos del bruxismo, es a veces una reacción inevitable.

El tiempo y yo siempre hemos estado en malos términos. Se deleita en arrebatarme lo que quiero y en prolongar mis momentos menos brillantes. Creo que hay una frase que se ha atribuído equívocamente a Dios; El Tiempo es el niño cruel con una lupa en una tarde de verano, quemando hormigas que caminan sobre el concreto de la acera, y por supuesto, nosotros somos las hormigas.

Toma por ejemplo una relación saludable de dos años. Una relación estable y edificante, tan buena como las mejores, sin embargo es una chispa en la oscuridad de mi cerebro, ésto no impidiendo que los 4 meses (o algo así) de la peor relación que haya podido un ser humano tener que pasar parezca una hoguera que tardó horas, horas y horas en ahogarse en su propia ambición de combustible para quemar.

Les aseguro, amigos lectores, que el mejor mes de mi vida (hasta el momento en que fueron escritas éstas líneas) no fué más largo que un día en la playa o un paseo al cine. Apenas me parece que lo que acaba de comenzar no hacen más de dos horas se acabe y me pregunto "de qué me perdí??" Y puede que sea que me esté poniendo lento, o padezca de Alzheimer a una edad anormalmente temprana, o que simplemente soy un maldito imbécil, pero la verdad es que apenas he escuchado el llamado a la mesa para almorzar y he encontrado sólo los platos vacíos con unos cuantos huesos.

El tiempo e relativo, sí, perfecto. Pero en su maldita relatividad tan extremista nos hace la vida una montaña rusa en la que el carrito son nuestras esperanzas, y las ruedas son nuestra salud mental, que se desgasta más rápido que Bill Gates en un triatlón; y te preguntas si el viaje realmente vale la pena. Porqué no aplicar los frenos y dejarlo así? No sé, pero mi cerebro primitivo y su terco sentido de preservación son muy insistentes y persuasivos, así que por ahora seguiré con algo de náuseas esperando que las curvas, montañas y caidas en picada pasen, aparezca una parte más o menos plana, o se acabe el ride. Sea lo que sea, apenas puedo esperar

jueves, 8 de noviembre de 2007

La Cultura de la Inexistencia

"she glides along silently, like a brownish ghost with an apron shroud"

"A mi me gusta más doña ___, porque no habla nunca!" dice un compañero de my trabajo anterior al referirse a la señora de limpieza que había sido reemplazada. Recientemente habían cambiado a ésta por una señora nueva que "por un engaño que le jugó un señor con su negocito" se había visto forzada a tomar ésta línea de trabajo. Era obvio que Doña María (por decir un nombre cualquiera) no estaba acostumbrada a su nuevo puesto y no había leído el Manual Invisible Para los Empleados de Mantenimiento y Servicio, y por considerar que era una persona igual que los demás, estaba en clara violación de sus principales reglas.

A Doña María le encantaba hablar. Te preguntaba cómo te iba, si te sentías bien, si querías más café... Sentía una necesidad de que su existencia fuese reconocida y de no ser solamente la que limpiaba y servía el café. Por supuesto, esto le ganó indisposición de más de uno de mis compañeros.

Y es que muchos de nosotros tratamos al personal de servicio de nuestras casas y oficinas como si no existieran. Aparentemente nos gusta pensar que nuestros pisos se limpian solos, nuestras comidas se cocinan solas y nuestras propiedades se cuidan ellas mismas. Me entristece la alegría con la que el vigilante de enfrente responde mis "buenos días", no por la felicidad en sí, sino porque demuestra las raras veces que los recibe.

Personalmente me parece más fascinante un vigilante o una señora de limpieza que un gerente. Lo más probable es que el gerente la tuviera easy y su familia le consiguiera el cargo o al menos le pagara los estudios. Seguramente no ha pasado hambre nunca en su vida ni tampoco sus hijos. Si alguno de ustedes ha limpiado un patio, recogido basura, cocinado para otra persona o simplemente estar pendiente de los deseos del otro sabe que aunque no hay que ir a la universidad para hacerlo, no es un trabajo fácil, y no se siente muy divertido. Ésta gente opta por una forma honrada de ganarse la vida y definitivamente hay maneras "más fáciles", por lo que los respeto profundamente.

Eliminemos la Cultura de la Inexistencia. Les propongo algo minúsculo y sencillo para ustedes, pero que puede hacer el día un poquito más brillante para esa gente que hace que nuestro mundo siga girando:
  • Darle los buenos días cuando llegas a la oficina o pasas frente a ellos
  • Recordar sus nombres y llamarlos por él, por lo menos los que ves casi a diario
  • "Por favor" y "gracias"
  • Mírenlos a la cara cuando les pidan algo
  • Pregúntenles cómo están ellos y los suyos de vez en cuando
Sólo se me ocurren esas pocas, pero estoy seguro que se les pueden ocurrir más.

"En el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su mañana y toma su frescura" -Kahlil Gibran